Al
principio, Pimienta empezó a adueñarse de todos los espacios. Los primeros días
me costó compartir mi casa, la gata me seguía a todos lados y se ocupaba de
marcar territorios. Pero después, contenta, me dejé ganar como si fuera una
adulta frente a una niña, le dejé sentarse en el bidet mientras yo estaba en el
inodoro, la dejé ocupar la mitad de la cama, le convidé de mi comida, le presté
mis manos para que las mordiera, sus juguetes siempre desparramados por el
living, la casa llena de hojas secas que ella traía de la terraza y después
rompía en mil pedacitos inlimpiables, le di atención cada vez que lo demandó y
aprendí a dejarla en paz cuando ella quería. Quizás debo admitir que no sabía
ni quería ponerle límites.
También
ocupó mucho espacio en mi cabeza. Me pasé horas y horas de oficina con culpa
por dejarla sola en el departamento y me escapaba en el almuerzo para verla, volví
antes de muchos lugares por las ganas de estar con ella, le escribí poesías, le
conté a todo el mundo cada cosa nueva que aprendía a hacer la gata como esas
madres que no pueden dejar de hablar de sus bebés, la bombardeé a fotos.
Pimienta me
hacía feliz de una manera nueva. Creo que yo nunca me había sentido así. De
nuevo la sensación del amor incondicional.
Cuando G la
conoció, hizo un esfuerzo para superar su apatía hacia los gatos. Le resultó graciosa y linda. Yo suspiré aliviada, sabía que iban a hacerse amigos.
Le jugó, la mimó. Pero un ratito, después quiso estar conmigo,
así, como siempre, solos. Y no estábamos solos, estaba Pipi.
La verdad
es que tener sexo con un gato mordiéndonos los pies es extraño. No se puede
coger con un gato mirando. Y tampoco se puede hacer cucharita con un gato en el
medio, ni dormir con un gato saltando sobre nuestras cabezas durante la
madrugada.
La cama no
es tuya, es de Pimienta, gritó G enojado una mañana muy temprano, fastidioso
porque yo dormía plácidamente y a él Pipi no lo dejaba descansar. Se levantó, le
moqueaba la nariz y le picaba la garganta, los ojos, la barba, los brazos,
empezó a estornudar.
Se quiso ir
a su casa y nos peleamos.
G también
necesita marcar territorio.
Yo tenía que delimitar los espacios.
Empecé a
pensar en algo que dividiera mi habitación del resto de la casa, porque no
tengo puerta, tengo un arco que separa los ambientes. De ese modo cuando
quisiera estar con G en el cuarto, Pimienta se podría quedar del otro lado.
Durante
la semana estuve evaluando opciones, viendo cuál sería la más conveniente. Algo
que la gata no pudiera trepar, que no llegara hasta el techo así dejaba circular el aire y la calefacción en invierno, algo. Ya se me iba a ocurrir.
La vez
siguiente que G vino a casa, la picazón no tardó en volver a aparecerle. Y era
cada vez más fuerte. Y después los mocos, los estornudos, los ojos todos rojos
y llorosos. No se podía quedar más que un rato.
Alergia
declarada.
Intentamos
varias veces, siempre era igual o peor. Noches de mierda. Probamos con corticoides.
Mejoraba, pero algo no estaba funcionando. La alergia se convirtió en asma. Y
no había chuf chuf. G ya no podía dormir en mi cama ni estar cerca de Pimienta, no
servía de nada pensar en una división entre los ambientes si el problema estaba
en el aire.
G dejó de
venir a mi casa, nos veíamos en otros lugares pero obviamente no era lo mismo y
tampoco teníamos dónde tener sexo, estar tirados o lo que fuera.
Él estaba mal, yo estaba mal y Pimienta estaba mal.
Aprendí
que un gato es un ser al que le pasan cosas, tiene humores y entiende lo que
sucede alrededor. Pipi se convirtió en el impedimento para poder estar bien con
G, y a su vez, G y su asma, el impedimento para poder estar bien con Pipi.
La gata
estaba agresiva conmigo.
G estaba
irritado conmigo.
Yo me la
estaba fumando en pipa.
Había que
encontrar una solución.
Existía una
solución?
Me rompí la
cabeza buscando.
Y entonces
sucedió lo inevitable: se me hizo presente la temible disyunción.
O Pimienta ó
G.
No quería
ni pensarlo.
Pero lo
pensé.
Pensé en
dejar de ver a G.
Pensé en
regalar a Pimienta.
El dilema.
Vivir con un dilema a cuestas.
Continuará...
Se habrá tomado esa decisión? Habrá venido el Chapulín Colorado a ayudarme?
Todo eso y mucho más en el próximo capítulo de "El dilema", con la participación estelar de Andy Kusnetzoff.
1 comentario:
QUE PASO AL FINAL CARIBE??????
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